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Have a look at my first visit to Pakistan’s capital, Islamabad!

(in Spanish)

Tres semanas en Pakistán dieron para mucho, tanto a nivel profesional como sobre todo a nivel personal. Tengo la suerte de poder decir que fui al lugar más remoto que jamás he pisado y me volví con muy buenos amigos y recuerdos para toda una vida.

Este viaje  fue en el marco de una misión del Banco Mundial para colaborar con el país y su administración tributaria. En concreto, nuestro equipo se encargó de un componente del proyecto sobre ´tax litigation´, trabajando codo con codo con el FBR, el Federal Board of Revenue, su Agencia Tributaria estatal. En esta primera misión nuestra labor consistió en realizar entrevistas a ciertos miembros del FBR así como a abogados del FBR y de los contribuyentes en las tres ciudades principales del país (la capital Islamabad, Lahore y Karachi). El objetivo era identificar los principales errores que se cometen por parte del FBR y que derivan en muchas causas perdidas contra los contribuyentes. Recopilamos todo en un informe y ofrecimos recomendaciones. La idea en próximas meses es presentar un  manual con buenas prácticas para manejar esos casos y posteriormente organizar unas sesiones de formación para el FBR.

Así que  volviendo al principio del relato, en el post anterior os dejé en Estambul rumbo a Islamabad.
 
Lo primero digno de mencionar fue que llegamos al aeropuerto Benazir Bhutto de Islamabad a eso de las 4.30 de la madrugada. No sé a quién se le ocurrieron esos horarios, pero desde luego son matadores. Una vez aterrizadas allí, a Paula y a mí nos tocó hacer cola un buen rato para pasar la aduana y poder entrar en el país. Superada la primera prueba, en la segunda ya no tuvimos tanta suerte ya que a Paula le habían perdido su maleta grande. Tras este incidente  ya nos reunimos con el conductor del Banco que nos vino a buscar y que nos llevó de Rawalpindi, donde se encuentra el aeropuerto, hasta el hotel Marriott donde nos alojábamos. En el trayecto hacia el hotel ya pudimos atisbar algo de la vida pakistaní, aunque estuviese apenas amaneciendo. Ya nos llamaron la atención unos camiones muy coloridos y unas vacas cruzando por la carretera, episodios que luego se repetirían durante las tres semanas. Además conducen al revés, reminiscencia de la época colonial británica.
 
Algunos datos básicos sobre Pakistán. Se trata del sexto país más poblado del mundo con sus 180 millones de habitantes, de los cuales sólo 1.5 pagan impuestos, por lo que os podéis imaginar todo lo que queda por hacer en ese terreno. El país se independizó de Gran Bretaña en 1947 creando así un Estado para la mayoría musulmana de lo que en aquella época eran el Este (que luego se independizó a su vez y se convirtió en Bangladesh) y el Oeste de la India británica. El artífice de la independencia pakistaní fue Muhammad Ali Jinnah, venerado hoy día como padre fundador del país. De ahí que su cara figure en todos los billetes de rupias pakistaníes (100 rupias son aproximadamente 1$). Los idiomas oficiales son urdu e inglés.
Una de nuestras primeras impresiones al llegar a Islamabad fue que la ciudad no tenía mucha vida. Nos faltaba un centro histórico con algo de comercio. Eso sí, cuando volvimos a Islamabad después de estar en Lahore y Karachi, aquello nos pareció la cumbre de la civilización. 🙂
 
Otro aspecto chocante, al que nos acabamos acostumbrando, fueron los controles policiales continuos. Para llegar al Marriott pasamos tres puestos de policía, encima patrocinados por Pepsi, lo cual nos levantó una sonrisa. Por poneros el ejemplo del Marriott, aunque éste era el caso en otros hoteles, edificios públicos e incluso centros comerciales, siempre había que pasar un control policial similar al de un aeropuerto. Si encima llegábamos en coche, que era el caso casi siempre, un perro daba la vuelta al vehículo, el conductor tenía que abrir las partes delanteras y traseras del coche, nos pasaban una especie de espejo por debajo del coche y luego ya nos podíamos bajar nosotros para pasar nuestro control correspondiente. Nuestro hotel era una fortaleza en la que había hasta francotirador. He de decir que en Pakistán no me sentí insegura en ningún momento, contrariamente a la imagen que en general se tiene del país en Occidente. La gente nos trató muy bien y fueron acogedores con nosotros. Ellos estaban encantados de demostrarnos que Pakistán es un país increíble, ciertamente con problemas, pero con potencial. Evidentemente todos esos controles policiales están ahí por algo pero nosotros siempre nos movimos con conductores locales y no tuvimos problema alguno.
 
También fue curioso cómo la gente nos miraba porque claramente se daban cuenta de que por aquellos lares no éramos. Algunos llegaron incluso a pedirnos fotos con ellos. 🙂

Tras este breve paréntesis vuelvo a nuestra llegada al Marriott. Nos duchamos, desayunamos algo y nos fuimos a dormir algo hasta el mediodía, por aquello de comer e ir acostumbrándonos al horario local. Comimos con Camilo, el otro consultor, y dimos una vuelta de reconocimiento por el hotel. La verdad es que era tan grande que estaba diseñado para apenas tener que salir de allí. Tenía piscina, gimnasio (incluso uno separado de mujeres), tiendas y bastantes restaurantes. Esa noche de domingo cenamos todo el equipo junto con otras compañeras del Banco en Islamabad en el restaurante tailandés del Marriott, el Royal Elephant.
 
El lunes 14 de septiembre desayunamos en el hotel y nos fuimos al FBR para iniciar los contactos y las reuniones. Con el primero que nos reunimos fue con Nowsher, nuestra contraparte en el FBR. Tras las reuniones de la mañana él y su amigo Abdullah nos llevaron a comer al Kabul Restaurant (F7 College Rd). Nos encantó la comida a base de chicken bati (una especie de pinchos morunos), kofta (albóndigas) y arroz pilao.
 
Tras las reuniones de la tarde nos llevaron a cenar, esta vez a un sitio espectacular en lo alto de las montañas Margala llamado Monal Restaurant (Pir Sohawa Rd). Eso sí, para los que no sean amantes de las curvas, os advierto que el viaje hasta allí arriba se os puede hacer eterno. El Monal tiene unas vistas increíbles sobre Islamabad e incluso Rawalpindi. Allí nos pusimos hasta las orejas, y entre otras cosas probamos arroz pilao, carne a la brasa, jilaba (una especie de churro) y khir (parecido al arroz con leche).
 
El martes 15 trabajamos desde el hotel y comimos en el restaurante chino del hotel. Nos reunimos con los abogados de ambas partes en la LTU (Oficina de Grandes Contribuyentes) de Islamabad y de allí salimos directos hacia Lahore. Tardamos unas 4h en coche pero estuvo bien por ver el paisaje y las carreteras del país. Os hablaré de Lahore en el próximo post pero ya os adelanto que esta ciudad, la segunda más poblada del país con sus 10 millones de habitantes, es una locura de caos. Eso sí, es la ciudad más histórica de Pakistán y está a escasos kilómetros de su archienemigo la India.
 
!Os espero en el próximo episodio!